Cambio social y sistemas complejos

Ideas en borrador a partir de algunas lecturas sobre el enfoque de los sistemas complejos. Para irlo trabajando.

Parte I

Alguien le había regalado a mi abuelo, educador y persona de gran curiosidad, un ejemplar de Ciencia y Desarrollo, revista mexicana de divulgación científica. La revista tenía algunos años, era de 1978, quizás 1979.

Allí había un artículo con el intrigante y emocionante título de “Las bases físicas de la autoorganización de la materia, las estructuras disipativas y la evolución”, firmado por un tal Miguel Ángel Jiménez Montaño. Un párrafo destacado al inicio habría llamado la atención de quienes tenían alguna curiosidad ya no sólo por la Física, si no por las Ciencias Sociales, en particular por el fenómeno de la revolución social: “La posibilidad de dirigir el proceso de evolución histórica de las sociedades radica en una nueva concepción del tiempo y coincide con lo conceptos de la época en que vivimos...”. Dentro del texto, de apenas 8 páginas, aparecían nociones como “sistemas complejos”, “estructuras disipativas”, “redes de reacciones químicas no lineales”, “mecánica newtoniana”, “mecáncia cuántica”, “sistemas económicos”, “sistemas sociales”, “entropía”, “ “formación social”, etc.

De manera más o menos explícita, el artículo sugería que en dichos conceptos estaba la clave para comprender el universo completo, desde las partículas sub-atómicas hasta los grandes cambios históricos. (Uno podría hacer una conexión con la literatura fantástica de Borges, quizás por su pretensión de totalidad, o bien porque este post sobre un artículo rescatado de una biblioteca se asemeja a la recensión de un libro imaginario. Pero a diferencia de los tomos que hablan de Tlön, Uqbar y Orbis Tertius el texto de Jiménez Montaño sí existe).

El artículo también mencionaba varios nombres que han vuelto a aparecer en los libros que ahora estoy leyendo. Puedo reconocer un par de ellos: Georgescu-Roegen, Ilya Prigogine.

El primero, indicaba el artículo, “expuso claramente el carácter termodinámico de la economía y las implicaciones que la ley de la entropía tiene en este campo”. Volví a encontrarme el nombre de Georgescu-Roegen en un libro introductorio a la economía ecológica y los movimientos ecologistas
a inicios de los 90, titulado "De la economía ecológica al ecologismo popular” (reseña), del catalán Joan Martínez-Alier (entrevistado aquí por Aristegui).

Jiménez Montaño también refiere la publicación del texto más importante de Georgescu-Roegen, bajo el titulo de “La ley de la entropía y el problema económico” en el número 18 de Ciencia y Desarrollo (enero-febrero, 1978). Parece que es el mismo artículo en otra traducción, incluido en "Ensayos hacia una Economía en Estado Estacionario" por FCE de México (resumido: ideas principales de Georgescu-Roegen). En España se ha publicado una antología con varios artículos de este economista rumano: Ensayos bioeconómicos.


Ilya Prigogine, por otra parte, es un nombre que se volvió muy citado por los profesores de epistemología en la universidad. Jiménez Montaño lo menciona en relación con las ciertos experimentos que mostraban cómo el caos molecular observado en un líquido sometido a una fuente de calor, por ejemplo, podía dar lugar súbitamente a una estructura bellamente ordenada (esa es la noción que conservé en mi memoria). Más adelante, el artículo relaciona esto con los temas de la “autoorganización de la materia” y la evolución (la interrogante sobre cómo surgieron las moléculas y luego las células que están en el origen de la vida). Ahora me entero que Prigogine revolucionó la Química y la Física, y que recibió el Premio Nobel en 1977. (Artículo en español sobre el aporte de Prigogine).

Estos conceptos originaban hacia la década de 1970 una ruptura en la noción aceptada del tiempo y la continuidad: el cambio ya no era una excepción al desarrollo lineal (predecible), si no la norma, y así el mundo resultaba ser caótico, decían algunos. De allí las “matemáticas del caos” que se volvieron muy populares con el libro y la película Parque Jurásico. De hecho, la moraleja de ese libro (y de la película) es que los ecosistemas, los seres vivos no se pueden controlar como se puede hacer (hasta cierto punto) con los sistemas llamados lineales (predecibles).

Al final del artículo, el autor hacía una reflexión acerca del cambio en los sistemas sociales, a partir de las ideas expuestas sobre el cambio no lineal en los sistemas biofísicos. Sin utilizar la palabra revolución, Jiménez Montaño razonaba lo siguiente: “Como saben los estudiosos del marxismo, el desarrollo de las fuerzas productivas (pertenecientes a la base económica) procede de manera continua; pero los cambios en las relaciones económicas existentes y su superestructura se realizan abruptamente y dan lugar a las transiciones de una formación social a otra. Estas inestabilidades son análogas a las que se encuentran cuando se habla de la termodinámica no lineal” (énfasis propio).

La analogía plantea la cuestión de cómo pensar dichos cambios no predecibles y “abruptos”. Por mucho tiempo la imagen de la olla de presión que estalla ha sido una de las metáforas más recurridas al pensar las revoluciones. Si no hay "presión social" no hay revolución. Pero desde Gramsci hemos tenido que tomarnos en serio la dimensión cultural de esta cuestión. ¿Y si la cultura y las ideas también se comportaran como sistemas que cambian por medio de saltos abruptos? Eso ya fue planteado por Thomas Kuhn en su texto sobre las revoluciones científicas, aunque no estoy seguro que Kuhn utilizara la noción de "sistema".

El siguiente post en este blog estará dedicado a reflexionar un poco sobre esa cuestión, pues comprender cómo un sistema de pensamiento se transforma o sustituye a otro para dar solución a los retos planteados por una situación de crisis me parece de la mayor importancia en este momento de la historia humana.

Post II

¿Podemos esperar un cambio generalizado en nuestra cultura y esquemas de pensamiento para construir una sociedad más justa y menos destructiva de la naturaleza? El post anterior trata de un artículo publicado hace más de 30 años en una revista de divulgación científica mexicana, donde se exponen algunos desarrollos de las ciencias naturales que alimentaron lo que ahora se conoce como teoría de sistemas, o enfoque de los sistemas complejos (fuentes). Creo que este enfoque puede alimentar reflexiones muy provocadoras sobre los cambios de paradigna mencesarios en este momento de encrucijada de la humanidad.

Los ecosistemas, las relacione socio-económicas y la cultura son ejemplos de tales sistemas complejos, llamados así porque su comportamiento no se apega a los esquemas “mecanicistas”, relativamente sencillos, que han dominado las ciencias naturales y sociales, y que sólo de manera paulatina se han venido abandonando.

Esa inercia en los conceptos y teorías que dan coherencia lógica y legitimad a las decisiones de los distintos actores y fuerzas políticas y sociales resulta preocupante, en vista de la lentitud o indiferencia con que se atienden los problemas relacionados de la pobreza, la desigualdad socio-económica y la destrucción ambiental. Una de las frustraciones más grandes para muchas personas comprometidas en el cambio social es precisamente porqué si dichos problemas se nos muestran tan evidentes no se ha dado un cambio de actitud o de conciencia generalizado que lleve a modificar las actuales jerarquías y estructuras económicas y políticas.

A lo mejor sucede que en el fondo todavía comprendemos muy poco sobre cómo ocurren los cambios en la cultura y esquemas explicativos que sustentan el cambio institucional, es decir, que marcan la pauta de la acción social bajo nuevos parámetros.

El artículo ya referido, contiene una reflexión que me parece de utilidad al respecto. Dice Jiménez Montaño: “Como saben los estudiosos del marxismo, el desarrollo de las fuerzas productivas (pertenecientes a la base económica) procede de manera continua; pero los cambios en las relaciones económicas existentes y su superestructura se realizan abruptamente y dan lugar a las transiciones de una formación social a otra. Estas inestabilidades son análogas a las que se encuentran cuando se habla de la termodinámica no lineal” (énfasis propio).

Al hablar de termodinámica no lineal, Jiménez Montaño presenta como ejemplo una clase de sistema --digamos un líquido-- que al ser calentado pasaba por una fase de “caos” molecular (hervor, por ejemplo) para luego formar, súbitamente una estructura reticular bellamente ordenada [buscar gráfico]. Este fenómeno de estructuración se podía mantener dado el flujo externo de energía adecuado para dicho estado. En todo caso, el fenómeno mostraba que un estado de equilibrio pude surgir súbitamente de una condición de caos/inestabilidad. Es interesante notar que fenómenos equivalentes se presentan en algunos ecosistemas que permanecen en un estado de equilibrio pero que al ser sometidos a una perturbación (inestablidad) pueden pasar a un nuevo estado de equilibrio, distinto al anterior.

Ambos ejemplos nos hablan del cambio, pues se presenta una transición desde una estado inicial a un segundo estado. Por otra parte, hay un tipo de cambio que no se presenta gradualmente, si no abruptamante. Desde mi punto de vista, tal es el caso de la adopción generalizada de “nuevas” ideas y esquemas de pensamiento en el conjunto de una comunidad. (Ello no quiere decir que las nuevas ideas no se manifestaran antes, si no que por algún motivo eran ideas minoritarias, quizás marginales).

Véase que la cultura y sus esquemas de pensamiento, sus paradigmas podríamos decir, esos que jusfitican la forma en que organizan las sociedades, sus economía y su relación con la naturaleza, son sistemas altamente resistentes al cambio. A lo mejor, como sugiere el artículo de Jiménez Montaño, una forma nueva de organizar los elementos de estos sistemas (un nuevo estado de equilibrio) sólo surge de la inestabilidad de las estructuras anteriores. Dicha sustitución --de una estructura de pensamiento/cultura por otra-- se presentará de modo abrupto.

La historia de los cambios en el pensamiento científico sugiere que cambios generalizados en el modo de pensar de una comunidad ocurren cuando una interrogante (científica en este caso) no encuentra solución dentro de los esquemas (teorías, métodos) usados tradicionalmente y, por el contrario, la solución la ofrece un esquema nuevo, no considerado previamente. Por ejemplo, muchas observaciones sobre el movimiento de los planetas del Sistema Solar parecían inexplicables hasta el Siglo XVI, y sólo pudieron explicarse satisfactoriamente cuando se aceptó que la Tierra giraba alrededor del Sol, y no al revés. Ese cambio de paradigma no se dio sin resistencia, recordemos el juicio que El Vaticano le hizo a Galileo. Sin embargo, el dogma de la Iglesia Católica este asunto al final resultó irrelevante pues el nuevo paradigma respondía satisfactoriamente a las preguntas que la comunidad de astrónomos se planteaba desde su ciencia.

En el mundo de las teorías sociales y económicas la persecución de los nuevos paradigmas ha sido todavía más cruenta, cuando se han visto cuestionados intereses económicos, jerarquías sociales y políticas. Mientras el mundo está urgido de politicas públicas que den solución a la pobreza, la grotesca desigualdad económica y la destrucción ambiental, gobiernos y agentes económicos siguen aplicando los viejos esquemas, basados en una ciencia social conservadora. En la acera contraria, entre quienes luchan por el cambio radical, todavía nos encontramos con estrategias políticas basadas en modelos mecanicistas sobre el cambio social y la revolución.

Probablemente los cambios generalizados en los esquemas culturales y de conocimiento demanda la crisis humana y ambiental del presente sólo se den cuando una situación (considerada) extrema ya no pueda recibir una solución coherente por parte de quienes se aferren a los conceptos y esquemas de pensamiento todavía hoy hegemónicos. En este punto es inevitable para mí recordarme de la película El día que la Tierra se detuvo (2008), cuyo mensaje es a la vez esperanzadora y preocupante: podemos cambiar, sí, pero lo hacemos en que una situación extrema nos obliga a buscar soluciones colectivas en el cajón de las ideas que habíamos desechado por “radicales”, “subversivas”, “románticas”, “idealistas”, “utópicas”, “iconoclastas”.

Mientras una parte de la humanidad sigue apegada con fe ciega a los esquemas que no pueden solucionar la pobreza, la desigualdad, la destrucción ambiental, es necesario que cultivemos ese conocimiento (y sentir) subversivo, actualizándolo a las circunstancias cambiantes, cuidando que no se convierta en el dogma de una secta si no que, por el contrario, se encuentre accesible a la comunidad en su conjunto.


Pensando en el cine, hoy 5 de Junio, Día Mundial del Ambiente

De Steven Seagal a Avatar, pasando por Matrix y El día que La Tierra se detuvo. “Desafortunadamente, nadie puede decirte lo que la Matrix es, tenés que verlo por ti mismo”.Por eso no dejen de ver La historia de las cosas (apenas 20 min).

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Ya sabemos que los países centroamericanos tienen un problema de delincuencia de difícil solución. Quién sabe por qué vía, hace unos días apareció el actor Steven Segal por Costa Rica, ofreciendo sus servicios como consultor en temas de seguridad policial.

Como a mi cerebro le gusta hacer múltiples y extrañas asociaciones, fue inevitable para mí recordar una película de Seagal, titulada En Tierra Peligrosa (On Deadly Ground), de 1994. En este filme, el enemigo de Seagal es una empresa petrolera está contaminando el ambiente y avasallando a los pueblos indígenas de algún lugar de Alaska. Las explosiones y patadas posiblemente hayan ahuyentado al público culto, pero el trasfondo de la película es un conflicto ambiental recurrente en muchas partes del mundo.

Luego de volar por los aires una plataforma petrolera, Seagal termina dando una charla en el edificio de la legislatura del Estado, acusando a la corrupción de las instituciones reguladoras y la avaricia sin control de las grandes corporaciones. Tampoco se libran de señalamientos los medios de comunicación que protegen los intereses de las grandes empresas. Quizás usted quiera darle una oportunidad al discurso de Seagal, conciso, directo y bien ilustrado con imágenes del caos ambiental provocado por la avaricia capitalista: el extracto está en YouTube, en español (Discurso ecologista del actor Steven Segal - cierre de En Tierra Peligrosa) y en inglés (Ecologist speech by actor Steven Segal – Final scene of On Deadly Ground).

Nótese que la estructura narrativa del filme de Seagal aparecerá de nuevo en Avatar, de James Cameron. Ambas presentan un héroe, foráneo al pueblo indígena ofendido, que decide romper sus lazos con los usurpadores venidos del extranjero, y aliarse a la lucha de la población local. La palabra "avatar" viene del sánscrito y refiere a la llegada de los demonios a la Tierra, vía encarnación, según artículo en Wikipedia. Ciertamente, en la película, los humanos que descienden sobre el planeta Pandora, habitado por el pueblo Navi, se comportan como demonios.

El impacto de la película Avatar trasciende el mundo del entretenimiento, y hay diversos reportes de la movilización de símbolos y temas de la película en distintos conflictos ambientales y luchas territoriales en Ecuador( Avatar y pueblos amazónicos), Brasil (Avatar y el pueblo Kayapo) y Palestina (protesta al estilo Avatar).

Pero Avatar es mucho más que confrontación y contiene diálogos y escenas que invitan a la reflexión sobre el vínculo que como seres humanos tenemos con el resto de la Naturaleza. El relato de Avatar es algo así como un espejo inverso de la cultura moderna occidental, codiciosa y expansionista.

Lo que me resultó más interesante en Avatar, fue el fenómeno del Tsajelu, la conexión o vínculo de carácter neurológico que animales, plantas y el pueblo Naví pueden establecer entre sí. Por medio de unas estructuras que parecen tubos --o cables-- los distintos organismos del planeta Pandora pueden conectarse físicamente unos a otros. Las raíces de las plantas cumplen también esa función. De ese modo, todos los seres vivos pueden unir sus conciencias y la memoria colectiva de todo el ecosistema queda disponible para cada organismo que pueda “navegar” en la vasta biblioteca de imágenes, recuerdos, sentimientos. Les confieso que tuve que secarme algunas lágrimas ante una idea tan hermosa !! (idea similar, pero de signo anti-utópico, se explora en Matrix y Ghost in the Shell).

Lamentablemente, los seres humanos no podemos conocer directamente el senti-pensar del resto de seres vivientes, ni estos pueden alertarse unos a otros, interconectando sus conciencias, cuando dañamos el ecosistema. En el planeta Tierra, Natura no se moviliza para detener a los invasores.

El tema de la conciencia ambiental está, de alguna manera, tratado en El día que La Tierra se detuvo (2008), versión actualizada de un filme con el mismo nombre elaborado en 1951. En este caso es un “invasor” del espacio exterior el que viene a juzgar si la especie humana presenta un peligro para la continuidad de la vida en La Tierra. En la versión original el peligro era la guerra nuclear, en la versión reciente el peligro es todo el sistema económico-cultural-tecnológico dominante.

Hace un tiempo esta película me sirvió de excusa para una reflexión que titulé Ecología, Conciencia y Sistema (publicado en Informa-tico). El día que La Tierra se detuvo insiste sobre la palabra cambio: "podemos cambiar" es la frase que el personaje Helen Benson --bióloga-- repite una y otra vez en la película, a modo de imploración, ante un extraterrestre dispuesto a poner fin a la especie más destructiva del Planeta Tierra. Y al igual que Klaatu, el extraterrestre, muchos ecologistas nos hemos preguntado si como sociedad, como sistema, como cultura, como especie, podemos cambiar.

Como evidencia de la posibilidad de dicho cambio he colocado al inicio de esta página el link a un video muy cortito, que de una forma sencilla analiza cómo opera el sistema de extracción, transformación y consumo de las sustancias materiales que necesitamos en nuestra vida diaria (lo que se conoce como metabolismo socio-natural). El video también explica cuál es el impacto ecológico y social de estos procesos, y qué cosas podemos hacer para cambiar (La Historia de las Cosas, en Google Videos). Ojalá se tomen los 20 minutos que dura. El primer paso para cambiar el sistema económico-cultural-tecnológico dominante es comprender cómo funciona, tomar conciencia de su existencia. “Desafortunadamente, nadie puede decirte lo que la Matrix es, tenés que verlo por ti mismo”.

Ghost in the shell, el fenómeno de la conciencia y las metáforas del Budismo


Buda se ha traducido por “Iluminado”, pero se dice que una mejor traducción es “Despierto”. Las películas Ghost in the Shell (Japón, 1995 y 2004) retoman la noción budista del Despertar como parte de una reflexión acerca del fenómeno de la conciencia.

Hace tres años, en los primeros días del 2007, pude por fin ver las dos películas de Ghost in the Shell, dos largometrajes animé dirigidos por Mamoru Oshi. Por “coincidencia” me encontraba leyendo un libro de introducción al Budismo, "Buda y Budismo", de Fernando Solana Olivares.

En algún momento entre 2003 y 2004 había escuchado que esta película japonesa “inspiró Matrix”. En el año 2005 asistí a unas cuantas clases de un curso sobre Economía Ecológica. Uno de los instructores, un chileno recién llegado de Barcelona, nos pasó algunos fragmentos de Ghost in the Shell --la primera--, para introducirnos al tema de “la complejidad”. Nadie entendió nada, pero había frases que de algún modo me hicieron recordar la serie de divulgación científica Cosmos, de Carl Sagan.

No hubo en aquel momento oportunidad de ver completa la película. Finalmente pude conseguir una copia en el año 2006, en una tienda de juegos y videos japoneses. Allí también encontré la segunda película de la serie, que lleva el subtítulo de Inocencia, y sobre la cual nunca había oído hablar. Al terminar el año puede sacar algún tiempo para verlas.

Recuerdo mi emoción --y la tormenta de ideas en mi cerebro-- cuando estas dos películas me permitieron aprehender --de algún modo comprender-- algunos conceptos de la cosmología budista desarrollados en el libro de Solanas.

Por una parte, hay un paralelismo entre el mundo de conciencias totalmente interconectadas de ambas películas y la noción de totalidad o unidad en el Budismo. Es decir, el mundo informatizado de Ghost in the Shell me pareció una metáfora del Todo. Hay una frase de la Mayor Kusanagui en la primera película que lo expresa muy claramente: "tengo una cara y una voz para distinguirme de los demás, pero mis pensamientos y mis recuerdos no son míos". Podríamos decir, que todo ello lo tomamos de cultura y lo devolvemos a ella: "Cada una de esas cosas son sólo una parte del todo. Yo reúno información para usarla a mi manera. Todo eso se funde en una mezcla que me forma a mí y da origen a mi conciencia".

Por otra parte, las dos películas son también responsables de que una versión del Despertar budista, específicamente el Kensho del Budismo Zen japonés, se me antojara como la súbita conciencia de la identidad entre “realidad” e “ilusión”, de lo cual se desprende que “Todo es vacío. No hay nada sagrado”, frase pivotal de la cosmología Zen.

Intentaré reconstruir con palabras lo que en aquel momento fue un ráfaga de intuiciones. El punto de partida es la noción del fenómeno de la conciencia (del auto-conocimiento) como resultado de la complejidad del cerebro humano --un sistema puramente material, sin intervención de “espíritus”--. De allí que una Inteligencia Artificial extremadamente sofisticada y en interacción con el mundo de los seres humanos podría reproducir el fenómeno de la conciencia. Tal entidad nos parecería un ser inteligente, auto-conciente, capaz de tomar decisiones propias, igual que el resto de seres humanos.

Ghost in the Shell, la primera, trata de cierta entidad con Inteligencia Artificial llega a tomar conciencia de sí misma, y aunque reside en una red informática, se propone obtener un cuerpo propio, lo cual tiene efectos en el mundo material. Uno se pregunta si debemos tomar a dicha entidad como un ser “real” o tan sólo como un programa informático capaz de crearnos la “ilusión” de estar frente a un ser “real”? Cuanto más verosímil se muestra la entidad en su representación de un ser inteligente y conciente de sí mismo, más borrosa parece la frontera entre los seres “reales” y los “virtuales”.

Adicionalmente, en películas como Ghost in the Shell 2 (Inocencia), o la serie Matrix, los sujetos experimentan ilusiones o sueños tan verosímiles que no es posible diferenciar entre la vivencia de una ilusión y la percepción de la realidad, pues, en el fondo, los procesos cerebrales que forman la base de lo uno y lo otro quizás sean los mismos.

Desde mi punto de vista, las ilusiones, fantasías, sueños, alucinaciones, así como las percepciones y representaciones del mundo “real” o material, son todos fenómenos de la conciencia, cuyo fundamento, en el caso de los seres humanos, se encuentra en las estructuras del sistema nervioso central y periférico.

No deja de ser intrigante, y una maravilla, que del proceso de evolución de la materia pueda surgir el fenómeno de la conciencia. Pero en el fondo, y al final de nuestras vidas, todo ello habrá servido para lograr lo mismo que cualquier otro ser viviente: alimentarnos, mantenernos vivos por un tiempo, posiblemente traspasar nuestros genes a la progenie, interactuar física y químicamente con nuestro entorno, y por último entregar nuestro cuerpo al ecosistema del cual provenimos. Nada sagrado, todo vacío.

Ahora bien, quisiera dejar claro que todo esto es una interpretación personal de un tema metafísico y bastante difícil de comprender en el Budismo Zen. A mí, que soy un neófito en el tema, se me ocurre que el tema del Vacío tiene que ver con la identidad entre “realidad” e “ilusión”.

Pero el Budismo en la vida diaria se trata de otra cosa, tiene que ver con la cesación del sufrimiento, el personal y el colectivo. El fenómeno de la conciencia resuta maravilloso cuando se trata de experimentar la felicidad --digamos que eso constituye una ventaja con respecto a la vida de un árbol de naranjas, posiblemente--. Pero la conciencia también supone la capacidad de sufrir y la capacidad de provocar sufrimiento. Si nos diéramos cuenta de cuánto sufrimiento somos responsables por la búsqueda de "ilusiones"... Me refiero, por ejemplo, al consumismo hedonista garantizado a costa del sufrimiento de otros (ejemplos hay muchos).

Convendría recordar, entonces, que tantas experiencias agradables pero dañinas no son más reales o verdaderas que los impulsos bioquímicos en nuestro cerebros.

La crisis económica y el desafío de la complejidad

De eso se trata el reto de la complejidad: lo que se nos aparece como una receta o explicación de aplicación general, en realidad sólo es válida bajo ciertas condiciones, sumamente restrictivas. El pensamiento simplificado se caracteriza por subestimar la importancia de la circunstancias particulares y aplica la receta "tal cual", casi siempre con resultados desastrosos.

"Complejidad" es una palabra que escucho y leo cada vez con más frecuencia. El otro día, en un Encuentro de Iniciativas de Comunicación y Medios Independientes (Ver aquí, también aquí) se hablaba de "visibilizar la realidad en su complejidad". Literalmente, alguien decía: "Los medios [de comunicación] tradicionales simplifican la forma en que ocurren las cosas. Los medios alternativos tenemos la responsabilidad de ofrecer visiones más ricas que sirvan como herramientas para que a la gente no se le diga qué hacer si no que pueda analizar su situación y se pueda orientar. Revalorizar a la gente, no simplificarla, tratamos de mostrar a los seres humanos en su mayor riqueza para comprenderlos y para actuar a partir de esa comprensión". Por otra parte, la Universidad de Costa Rica albergará a finales de febrero de 2010 el 4to Congreso Internacional sobre Transdiciplinariedad, Complejidad y Ecoformación (Ver aquí).

Me enteré de este congreso en una conferencia sobre "Complejidad y modelamiento de la mente", de Manuel Arce Arenales (Programa de Investigación "Cognición y Lenguaje", de la UCR: aquí). Uno de los temas de la conferencia fue la enorme capacidad del cerebro para abordar la complejidad de las interacciones interpersonales y a nivel de "tropa" (término empleado por Arce Arenales para denominar un grupo conformado por unas pocas decenas de personas).

En lo personal esta conferencia me dejó una inquietud: que más allá del nivel de "tropa", las capacidades humanas de aprehender la complejidad se vuelven muy limitadas. O para decirlo de una manera positiva: el ser humano tiene una gran capacidad para simplificar la complejidad mediante el proceso de categorización. Es decir, por algún proceso mental básico, la diversidad y singularidad de las personas, sus relaciones y circunstancias puede fácilmente quedar reducida a unas cuantas categorías. Categorías que simplifican la riqueza de la realidad, por ejemplo, cuando decimos los "ticos" somos así, los "nicas" son asá, el "desarrollo", etc. Esta capacidad de aprehender lo complejo mediante la categorización es obviamente de mucha utilidad pero al mismo tiempo es una barrera para la comprensión de las particularidades de cada individuo, cada situación o cada grupo social.

Las desventajas de la categorización tienen que ver con algo que podríamos llamar la "fetichización de las categorías": constantemente aprendemos conceptos pero desconocemos las condiciones de su origen, la necesidad social que llevó a su creación, y por lo tanto desconocemos la riqueza y variantes que encierran las palabras. Así terminamos apegándonos a conceptos o categorías rígidas que, eventualmente, se vuelven un obstáculo para enfrentar una realidad cambiante y de creciente complejidad. Para superar esa rigidez quizás se hace necesario producir y popularizar nuevos conceptos y nuevas teorías (relaciones entre conceptos).

Por ejemplo, nada tan actual para evidenciar las limitaciones del pensamiento económico estándar como la crisis financiera que se desató en el año 2008. A juzgar por una gran cantidad de publicaciones durante los últimos 16 meses, existe una conmoción --todavía no bien comprendida-- debido a que las nociones básicas de del pensamiento económico neo-clásico (neoliberal, desde otro punto de vista), se encuentran en el origen mismo de la crisis.

Algunas de las nociones desafiadas son la hipótesis de que los actores económicos se guían por "expectativas racionales". Otro concepto que debiera desecharse es el de "distorsión", el cual se basa en la idea --cada vez más difícil de sostener-- de que los mercados se regulan a sí mismos y que los resultados de esa auto-regulación son los óptimos desde un punto de vista social y económico, y que por lo tanto es una redundancia innecesaria o incluso un estorbo (una "distorsión") la intervención estatal. (Pero qué buenas resultan las "distorsiones" cuando el Estado interviene para salvar a los bancos !!).

Desde luego, los cuestionamientos a la simplificación en el pensamiento económico neo-clásico no son nuevos. Para mencionar un hecho no muy lejano, y que puso a los economistas tradicionales a discutir entre sí, recordemos la masiva protesta contra la OMC en noviembre-diciembre de 1999, en la ciudad de Seattle, Estados Unidos. Luego de esta movilización aparecieron libros como "El malestar en la globalización", de Joseph E. Stiglitz, donde se lee:

Tras la ideología del libre mercado hay un modelo [...] según el cual las fuerzas del mercado --la motivación del beneficio-- dirigen la economía hacia resultados eficientes como si la llevara una mano invisible. Uno de los grandes logros de la economía moderna es haber mostrado el sentido en que y las condiciones bajo las cuales la conclusión de Smith es correcta. Tales condiciones son sumamente restrictivas. (El malestar... , Editorial Taurus, p. 103. Énfasis nuestro).


De eso se trata el reto de la complejidad: lo que se nos aparece como una receta o explicación de aplicación general, en realidad sólo es válida bajo ciertas condiciones, "sumamente restrictivas". El pensamiento simplificado se caracteriza por subestimar la importancia de la circunstancias particulares y aplica la receta "tal cual", casi siempre con resultados desastrosos.

Tras la crisis capitalista más importante en casi 80 años, la economía dominante ha comenzado a reconocer sus simplificaciones. Ya se han presentando reacciones interesantes. Por ejemplo, Allan Greenspan, arquitecto de la desregulación financiera en Estados Unidos reconoce que se "equivocó" (Ver aquí, en inglés). Por otra parte, el especulador de las finanzas Georges Soros --que se hizo multimillonario por su conocimiento de la psicología humana, no precisamente por su apego a la doctrina económica--, recientemente anunció que dará 50 millones de dólares de su fortuna personal para "renovar el pensamiento económico" (Ver aquí, en castellano. O también entrevista, en inglés).

Por otra parte, el entusiasmo por las corrientes críticas dentro de la economía parece multiplicarse, aunque se reconoce que tomará varios años y una crisis más larga para que las nuevas ideas se abran paso entre el "establishment". La revista canadiense Adbusters dedicó un número a esta cuestión, dentro de su singular estilo "situacionista" (En inglés: Edición No.85). Uno de artículos relata rápidamente cómo desde el año 2000 se ha venido dando una rebelión en los departamentos de economía de algunas universidades en Francia, Inglaterra y Estados Unidos (Aquí, en inglés). Este movimiento tiene su propia revista, que se ve muy prometedora: Real-World Economics Review. Uno de los temas que necesariamente deberá abordar el nuevo pensamiento económico es la cuestión de la sostenibilidad, para lo cual le será necesario asumir la complejidad de las relaciones entre el sistema económico y la biosfera, tema del cual se ocupa la Economía Ecológica (Ver aquí).

En fin, segurmanete el concepto de complejidad seguirá rondando. Bienvenida su nebulosa complejidad.

El metabolismo socio-natural

Estos son los apuntes para la presentación en el IV Seminario Internacional sobre Pensamiento Ambiental, realizado en noviembre de 2009 (gracias a Deborah Leal por hacer posible la realización de este encuentro en la Universidad Nacional de Costa Rica). [Bajar aquí la presentación (diapositivas)].

Una manera de abordar la relación naturaleza-sociedad está recogida por la noción de metabolismo entre sociedad y naturaleza, o dicho brevemente: metabolismo socio-natural. En este concepto, dicha relación se observa en sus aspectos físicos y económicos. Tres elementos que definen el metabolismo socio-natural en una sociedad dada son las formas de ocupación del espacio, las actividades económicas desarrolladas y los desechos y emisiones que resultan de todo ello.

El metabolismo socio-natural se puede estudiar desde dos perspectivas: una física donde lo que interesa son los flujos de materia y energía, los cambios de uso de suelo, etc. Esta es la perspectiva desarrolada por la socióloga y ambientalista Marina Fischer-Kowalski, por ejemplo. Otra es la perpectiva socio-histórica, donde lo que nos interesa son las formas de organizar y operacionalizar el metabolismo socio-natural. Esta es una perspectiva esbozada en algunos textos del biólogo y sociólogo mexicanoVíctor Toledo, que encuentra sus raíces en la noción que Marx tenía del trabajo como actividad transformadora de los elementos de la naturaleza.

Fusionando ambas perspectivas, uno puede entender el metabolismo socio-natural como la esencia misma de actividad económica, entendiendo los sistemas económicos (domésticos, nacionales, globalizados) como subsistemas de la biosfera. (Al fin y al cabo, los seres humanos somos otra especie natural más, y nuestros intercambios físicos con el resto de la naturaleza forman parte del mundo biofísico que habitamos).

La fusión de la perspectiva física y la perspectiva socio-histórica permite reconocer cinco dimensiones o momentos del metabolismo socio-natural. Con base en Marx y Toledo, se puede precisar un primero momento de apropiación donde las sustancias, organismos y energía “libres” en la naturaleza pasan a formar parte de los procesos de creación de valores de uso. Bajo esta definición general, la apropiación tiene lugar en actividades como la ocupación humana de un espacio geográfico, el aprovechamiento de fuerzas y energías naturales, la extracción de materiales y ejemplares biológicos; incluye la regulación de las condiciones de conservación y reproducción de plantas y animales, mediante domesticación, pastoreo, cultivo, e incluso modificación genética. También abarca nuevas actividades de creación de valor como la llamada “venta de oxígeno” y el ecoturismo.

Al acto contrario, la “liberación” en el ambiente de aquello que había sido apropiado, se le puede llamar retorno. Ocurre, por ejemplo, cuando los sistemas productivos y la población humana liberan materia y energía en la forma de fugas, vertidos, emisiones, calor disipado, etc. Existe seguridad de que el retorno ha tenido lugar cuando elementos y objetos antes apropiados salen de control humano y quedan sujetos a las fuerzas y procesos naturales.

Entre la apropiación y retorno se pueden definir tres momentos o estados en el metabolismo: circulación, transformación y uso final. En la circulación ocurre un traslado físico de materia y energía mediante la intervención humana. Pero no se trata de cualquier traslado físico, pues obviamente cualquier acción humana implica traslados físicos. La circulación que interesa es la que resulte significativa en la escala donde se analiza el metabolismo. Por ejemplo, si lo que se quiere es registrar los flujos entre el campo y la ciudad, todos los traslados de mercancías dentro de una misma ciudad pueden ser obviados.

Los momentos de transformación y uso son actos donde los objetos materiales se emplean en la función que se espera de ellos. Se trata de diversas formas de producción y consumo de recursos, organismos, bienes intermedios, bienes finales, energía, etc. La diferencia entre uso y transformación, en una perspectiva física, se encuentra en el grado de manipulación o intervención que se realiza sobre la materia en sí, lo cual define dos modalidades distintas de realizar el valor de los objetos.

En la transformación se somete el objeto a cambios que modifican sus propiedades estructurales, físicas o químicas, con el fin de incorporar su materia o energía en nuevos organismos, artefactos o flujos de energía. Es el caso de las actividades industriales pero también de algunos procesos domésticos tales como cocinar alimentos. La misma naturaleza material de estos procesos implica, según el lenguaje de la economía, una agregación de valor.

El uso final es otra forma de realizar el valor de los objetos, pero en este caso el objeto se toma tal cual sin más transformación que el desgaste habitual, conservando las funciones y propiedades estructurales, físicas y químicas del mismo. La materia y energía de estos objetos no se incorporan en nuevos objetos, pues su utilidad no depende de ello. Es el caso del uso corriente de la ropa, máquinas o infraestructura, etc. Se podría decir que este momento del metabolismo no agrega valor a los objetos, solamente los consume.

Estos temas, y su aplicación al estudio de los conflictos ambientales (o socio-ambientales) y del movimiento ecologista, los desarrollé en mi tesis de doctorado ("Metabolismo socio-natural y conflictos ambientales en Costa Rica y El Salvador, 1992-2007"). Una síntesis del marco teórico se encuentra en la Revista Centroamericana de Ciencias Sociales (Vol. 5, No. 2, diciembre, 2008), publicada por FLACSO Costa Rica.

Nobel de Economía para una mujer ambientalista

Elinor Ostrom no es una activista, pero es una académica que ha dado un gran aporte al estudio de las arreglos institucionales más adecuados para la gestión comunal y colectiva de los los recursos naturales y otros "bienes comunes".

Politóloga de formación, ha abordado la economía desde la perspectiva institucional, pero a diferencia de la mayoría de economistas, ella no estudia la propiedad privada si no la propiedad común. Ha documentado y sistematizando la experiencia de cientos de comunidades rurales en todo el mundo: ¿cómo se gobiernan los recursos naturales de propiedad comunal (bosques, lagos, tierras comunales, por ejemplo)?, ¿cuáles arreglos institucionales favorecen su uso más sostenible? Ese es el tipo de preguntas que ella ha buscado responder. Ha demostrado que --al menos en la conservación de recursos naturales-- existen otras caminos distintos a la privatización o la estatización-desde-arriba.

Interesante que en dos años seguidos, al menos, el Nobel de Economía es entregado a economistas de la perspectiva institucional, críticas/os del fundamentalismo del libre mercado. En el año 2008 fue para Paul Krugman, que ha estudiado porqué y cómo el libre mercado favorece la concentración de la riqueza y los recursos económicos en términos espaciales (ciudad vs. campo, países centrales vs. periféricos).

Feria del libro 2009

A precios de "feria" como dicen, me compré dos libros el fin de semana anterior. Se trata de un estudio "clásico" sobre la historia de Centroamérica y otro sobre historia/antropología ambiental.

El primero es un libro de esos que académicos norteamericanos escriben sobre naciones latinoamericanas y nunca se conocieron fuera de los Estados Unidos. Nunca hasta ahora. La Editorial de la Universidad de Costa Rica (EUCR) viene publicando desde hace un tiempo la serie "Retorno", que consiste en una selección de libros sobre Costa Rica o Centroamérica publicados en lengua extranjera. En este caso se trata de Gardner Munro, Dana. Las cinco repúblicas de Centroamérica. Costa Rica: EUCR, 2003. Parece que se trata de un libro de mucho interés para los historiadores, publicado originalmente en 1918, re-editado en 1967, y finalmente traducido por la EUCR. Viene acompañado de dos estudios introductorios: Fabrice E. Lehoucq, que me imagino es norteamericano, y de Iván Molina Jiménez, historiador muy conocido en Costa Rica.

El otro libro es Worster, Donald. Transformaciones de la Tierra, ensayos de historia ambiental. Costa Rica: EUNED, 2006. Este es el que me he puesto a leer primero. En la introducción se lee que el autor es uno de los fundadores de la historia ambiental en los Estados Unidos, allá en la década de 1970. La selección de escritos, traducción y presentación de los mismos estuvo a cargo de Guillermo Castro H., quien imagino será un historiador costarricense. En el índice pueden leerse las siguientes entradas:
* La historia como historia natural: un ensayo sobre teoría y método
* Haciendo historia ambiental: los ambientes naturales del pasado, modos humanos de producción, percepción, ideología y valor.
* Hacia una perspectiva agroecológica en la historia
* ¿Estamos perdiendo terreno?: El ambientalismo a fines del siglo XX
Se trata de varios ensayos relativamente cortos y fáciles de leer que bien pueden servir en un curso introductorio. Worster parece reunir varias perspectivas, incluyendo a Marx. Retoma muy pocos historiadores y en cambio se apoya más en la antropología cultural, de la cual dice que la joven historia ambiental deberá ser su alumna. Comentario que me parece correcto desde mi experiencia en la sociología ambiental: los antropólogos tienen una larga experiencia sobre la relación sociedad-naturaleza, tema escasamente desarrollado en la sociología y las ciencias políticas. Por ello me está resultando muy interesante el primer ensayo --que todavía estoy leyendo--, donde hace una síntesis de los aportes teórico-metodológicos de la antropología ambiental, y sus hermanas gemelas "ecología cultural" y "materialismo cultural". En otra ocasión pienso escribir algo más sobre este libro.